24 La gracia de nuestro Señor JesuCristo sea con todos vosotros. Amén.
25 Y al que puede confirmaros según mi evangelio, y la predicación de JesuCristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido escondido desde tiempos eternos, 26 pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha declarado a todas las naciones para que obedezcan la fe; 27 al único y sabio Dios, sea la gloria mediante JesuCristo para siempre. Amén.
Sección 27
Revelación dada a José Smith el Profeta en Harmony, Pensilvania, en agosto de 1830 (History of the Church, 1:106–108). Durante los preparativos para un servicio religioso, en el cual iba a administrarse el sacramento del pan y del vino, José salió a conseguir el vino. Se encontró con un mensajero celestial y recibió esta revelación, parte de la cual se escribió en esa oportunidad y el resto en el siguiente mes de septiembre. Hoy se usa agua en lugar del vino en los servicios sacramentales de la Iglesia. Se indican los emblemas que se han de usar al participar del sacramento; 5–14, Cristo y sus siervos de todas las dispensaciones han de participar de dicho sacramento; 15–18, Tomad sobre vosotros toda la armadura de Dios.
1 Escucha la voz de JesuCristo, tu Señor, tu Dios y tu Redentor, cuya palabra es viva y poderosa.
2 Porque he aquí, te digo que no importa lo que comáis o bebáis al tomar el sacramento, si es que lo hacéis con la mira puesta únicamente en mi gloria, recordando ante el Padre mi cuerpo que fue sacrificado por vosotros, y mi sangre que se derramó para la remisión de vuestros pecados.
3 Por tanto, os doy el mandamiento de no comprar vino, ni bebidas alcohólicas a vuestros enemigos; 4 de modo que, no beberéis de ninguno, a menos que sea recién hecho por vosotros; sí, en este reino de mi Padre que se edificará sobre la tierra.
5 He aquí, así me parece sabio; por tanto, no os maravilléis, porque la hora viene cuando beberé del fruto de la vid con vosotros en la tierra; y con Moroni, a quien he enviado para revelaros el Libro de Mormón, que contiene la plenitud de mi evangelio eterno, y a quien he encomendado las llaves de los anales del palo de Efraín; 6 y también con Elías, a quien he encomendado las llaves de llevar a cabo la restauración de todas las cosas concernientes a los últimos días, que se han declarado por boca de todos los santos profetas desde el principio del mundo; 7 y también con Juan, hijo de Zacarías, a quien él (Elías) visitó y prometió que tendría un hijo cuyo nombre sería Juan, y que éste sería lleno del espíritu de Elías; 8 y os he enviado a este Juan a vosotros, mis siervos José Smith, hijo, y Oliver Cowdery, para ordenaros al primer sacerdocio que habeís recibido, a fin de que fueseis llamados y ordenados como Aarón; 9 y también con Elías el profeta, al que he encomendado las llaves del poder de volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres, para que toda la tierra no sea herida con una maldición; 10 y también con José , y con Jacob, Isaac y Abraham, vuestros padres, por quienes permanecen las promesas; 11 y también con Miguel, o sea, Adán, el padre de todos, el príncipe de todos, el anciano de días; 12 y también con Pedro, Santiago y Juan, a quienes os he enviado a vosotros, por medio de los cuales os he ordenado y confirmado para ser apóstoles y testigos especiales de mi nombre, y para poseer las llaves de vuestro ministerio y de las mismas cosas que les revelé a ellos; 13 a quienes he encomendado las llaves de mi reino y una dispensación del evangelio para los últimos tiempos; y para el cumplimiento de los tiempos, en la cual juntaré en una todas las cosas, tanto las que están en el cielo, como las que están en la tierra; 14 y también con todos aquellos que mi Padre me ha dado de entre el mundo. 15 Por tanto, alzad vuestros corazones y regocijaos, y ceñid vuestros lomos y tomad sobre vosotros toda mi armadura, para que podáis resistir el día malo, después de haber hecho todo, a fin de que podáis persistir.
16 Seguid firmes, pues, estando ceñidos vuestros lomos con la verdad, llevando puesta la coraza de la rectitud y calzados vuestros pies con la preparación del evangelio de paz, el cual he mandado a mis ángeles que os entreguen; 17 tomando el escudo de la fe con el cual podréis apagar todos los dardos encendidos de los malvados; 18 y tomad el yelmo de la salvación, así como la espada de mi Espíritu, que derramaré sobre vosotros, y mi palabra que os revelaré; y estad de acuerdo en todo lo que me pidiereis y sed fieles hasta que yo venga, y seréis arrebatados, para que donde yo estoy vosotros también estéis. Amén.
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